miércoles, mayo 21, 2008

...todas las cosas buenas tienen un final


- En primer lugar agradecer al bueno del Cheri que me permita escribir en su bitácora personal unas lineas acerca de una de las historias más apasionantes que ha escrito la humanidad en su afán de superar todos los límites impuestos por la implacable Naturaleza. Esta aventura de lucha contra los elementos es una significada prueba de la grandeza del espíritu humano cuando es aplicado de forma positiva para la obtención de una meta por difícil que esta sea. En este sentido, la lucha en pos de conquistar el polo Sur de la Antártida en el lejano 1912 por parte de un par de intrépidos y valerosos hombres R. F. Scott y R. Admunsen, es una referencia que demuestra el cómo las cosas buenas de la vida deben elevar nuestro espíritu de autoestima y fe en nuestras propias posibilidades por muy remotas que en principio nos parezcan. En este humilde escrito me circunscribiré principalmente al comandante de la marina británica R. Falcon Scott que sabiendo cual seria su trágico destino final, no cejó en el sano empeño de conquistar la meta a la que tanto tiempo y esfuerzo habia dedicado. Si ustedes me dicen que estos pioneros de las grandes expediciones terrestres estaban algo sonados, yo desde luego no les restaré ni un ápice de razón en sus argumentaciones por otro lado bien lógicas y tangibles... pero cuando lo intrépido sobrepasa lo razonable entonces dejan de serlo... aún a sabiendas que todas las cosas buenas tienen su final. En este caso un triste final.
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Intentaré hacer un resumen de la historia lo más ajustado posible. A principios del siglo pasado la conquista del polo Sur se habia convertido en un objetivo muy deseado por parte de aventureros que suspiraban por ser los primeros en poner los pies en el centro de esa desolada meseta de hielo y de muerte. Tanto Scott como Admunsen partieron hacia el continente a finales de 1910, cada uno por diferentes rutas. La preparación del noruego para afrontar este tipo de empresa era muy superior a la del inglés, así como el hecho de poseer una logística más optimizada para la consecución de este dificil reto... y que a la postre el tiempo demostraria cuan errado andaba el militar de la armada "on her mayestic service". Los utensilios transportados por el afamado aventurero ártico ofrecerían un rendimiento final decisivo para ser el primero en plantar la bandera en el inhóspito lugar perdido en los confines del polo, tanto por su colocación estratégica a lo largo de la larga ruta hacia el Sur, como por el uso más adecuado que tuvieron por parte de sus porteadores. A parte de todo ello si le sumamos el punto de inicio de la "pequeña excursión" de uno y de otro, las decisiones equivocada del comandante, muy orgulloso y autocomplaciente él, junto a las numerosas inclemencias del tiempo en la vía-Falcon, el resultado final es bastante comprensible. El carácter más sensible e inestable del tripulante del Terranova en relación a la frialdad del noruego harian desgraciadamente el resto. Toda la mística del esfuerzo personal basado en creencias cristianas no ayudaron en nada a Scott, con lo cual la tragedia de aquel final tan dramático se hizo más grande por las enormes dosis de heroicismo derivadas de una gran irresponsabilidad de él y del resto de sus hombres, en relación a la cautela y enorme espiritu calculador de su rival nórdico. Scott habia perdido su carrera hacia el paralelo de latitud 90º y llegó apenas un mes pasado desde que Admunsen y su equipo hubiesen arribado gastando muchas menos energías y tiempo en dicho epopéyico logro.
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"¡Dios mío!. Este es un lugar horrible, aún más terrible por haber trabajado tanto sin obtener la recompensa de ser los primeros" .Scott
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- La hora del regreso al campamento base situado en la base McMurdo no se podia hacer esperar, eran más de 1400 kilómetros de durísima travesia por el gran glaciar que comunicaba la meseta antártica con el mar de Ross; el viaje de retorno de los expedicionarios derrotados se haria cruel, primero, por las inclemencias del tiempo, segundo por la enorme desmoralización que supuso el haber visto como se les habian adelantado en esa conquista donde no habia lugar para el segundo puesto. Ni tan siquiera el honor o la gloria de los bien vencidos. Uno a uno fueron cayendo como moscas, las ventiscas antárticas con temperaturas que superaban los -40º y la nieve que se hundia a su penoso paso fueron enemigos que se sumaron a su desdicha final. La situación era irreversible, Admunsen ya estaba prácticamente de vuelta, sería el mes de marzo de 1912; mientrastanto, los hombres del desdichado pero intrépido inglés iban arrastrándose por la blanca meseta y después por el glaciar Beardmore, con los perros que iban desapareciendo uno tras otro y ya sin ponnis ni trineo alguno para recibir un auxilio en forma de transporte o víveres.
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Finalmente, el 29 de marzo los tres valerosos aventureros que quedaban perecerian congelados en su tienda a poco más de 10millas de una reserva de alimentos y combustible que ellos mismos habian preparado en el largo viaje de ida. Quizá la arrogancia británica y el desconocimiento del terreno ante la meticulosidad noruega son factores decisivos para explicar bastantes cosas. No creo que sólo se tratase de una cuestión de mala suerte. La mala organización así como la falta de previsibilidad de los suyos fue un castigo y una penitencia que pagarian con la vida, pero en modo alguno era una injusticia divina como así creia el hombre de fe que era Scott. Su orgullo jamás le permitió reconocer error alguno en la planificación del viaje tal como reflejó en sus diversas cartas dejadas para la posteridad y dirigidas al pueblo británico . A pesar de todo esto, desde luego debo reconocer la enorme valentía de esta gente que con su mezcla de inconsciencia, una cierta falta de respeto por el terreno que iban a pisar y un brutal déficit de experiencia convertirian una hermosa meta.... en una de las mayores tragedias del expedicionismo moderno.
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