Eso seguro. Al contrario de lo que dice el grosero de Paul Krendler (Ray Liotta) en la cuarta entrega del famoso psiquiatra metido a canibal en sus ratos de ocio.
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Color blanco, sabor muy dulce pues tienen un gran contenido en azúcares, ovalados y sobretodo duros, muy duros, quizá hasta demasiado. Estan recubiertos de una fina textura de almíbar y son conocidos como chochos - charros. En particular quisiera hacer el inciso de su parecido a la tipica peladilla aunque no hay que confundirlos.
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En su dia tuve el sumo placer de catarlos y reconozco que no fueron una fiesta para mi paladar. Desde el punto de vista gastronómico diria que no son nada del otro jueves. Lo mejor es que son lisos, no tienen escamas ni pelos....por lo menos a simple vista. De hecho, un servidor recuerda que en la tienda en que nos sirvieron la típica bolsita vendida a granel (lamento el lenguaje tan escatológico por otra parte harto necesario), y pongo a Dios por testigo para que no haya dudas, el vendedor nos aseguró que si estaba capacitada mi dentadura para esos menesteres. El primero y último que probé no me partió un par de muelas de verdadero milagro. Un pobre ingenuo no experimentado en el curioso arte de catador de chochos y con un dudoso paladar hasta la fecha del corriente, desconocia por entonces que lo mejor que habia de hacer para capear aquel temporal lo más dignamente posible era lamer o chupar la superficie de aquél curioso huevo.
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No estan hechos para hincar el diente. No señor. En una famosa película se cataloga a una capital importante de los EEUU, en concreto a Washington, como gran competidora de la ciudad castellana. ¡Hasta aqui habiamos llegado! Si se trata de enfrentar a chochitos pueblerinos con chochitos de ciudad por mal camino vamos. Esto no es nada solidario. Esto es injusto. No hay derecho que esto sea mencionado ni por un pobre descerebrado que trabaja para el F.B.I. y que muestra su escasa adulación por la agente Clarice Starling ante la atenta y siempre...y siempre deconcertante mirada del insigne doctor.
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Los chochos de Salamanca aparte de ser "de ciudad", son universitarios, por tanto se atribuye una excelsa educación a tales ágapes. Lo malo, repito una vez más, es que resultan muy duros de pelar y ya no digamos de mascar. Si fueran por lo menos pelables otro gallo cantaria, sino miren, los sugus de suchard no son pelables pero por lo menos son blanditos y con sabor dulce. Quizá no tan empalagosos pero con la ventaja de tener una gama de sabores superior. Una vez más, desconozco si estos son o no pueblerinos. La verdad, tampoco eso me importa demasiado.
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Desde luego un sano capricho como cualquier otro. Emili.